A nefasto lo persigue un recuerdo que ninguna
puta le borra.
No encuentra olvido tampoco en la lectura
porque las letras sublevadas se desordenan para volverse a ordenar formando una
sonrisa.
Sale a tomar smog, buscando entre la
muchedumbre su soledad pero nadie la delata sabiendo que la lleva pegada a sus
espaldas.
En su loco recorrido le brinda tragos de cemento a sus zapatos hasta embriagarlos de cansancio.
Cansancio de los ojos que lo miran, cansancio de las prisas que lo arrasan, cansancio del argos que acompaña el transitar de los ladrones.
Cansancio de las voces que le preguntan para
donde va, y cansancio de contestarles: pa’la mierda!!
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