martes, 11 de junio de 2013

Una noche sin sueños

Una noche más sin sueños, de esas que pasan al compás de canto lúgubre de un reloj que nunca marca la hora, pero no deja de hacer ruido llenando de ecos absurdos las paredes vestidas de sombras, tic, tic, tic, calor en los pies, calor en la espalda, tic, tic, tic, una vuelta, dos vueltas, almohada que talla, una vuelta dos vueltas, tic, tic, tic, me doy por vencido, me levanto, busco agua y un cigarrillo, para torturarme observo el reloj, mierda no sirve está parado en las 6 30am, los sonidos de la noche llegan como visitantes inesperados un celador en su cicla, y su pito, todo está bien se supone, algunos borrachos buscando arrullo, una alarma descarada, tic, tic, tic, enciendo mi cigarrillo, a esa hora me duelen los pulmones, me duele la cabeza, me duele el alma, tic, tic, tic, orino, sin fuerza, por costumbre, camino de un lado a otro como un espanto, tic, tic, tic, la noche no pasa, los segundos se pegan en ese tedio maldito que pulula por mis ideas, tic, tic, tic, enciendo mi computador, todos duermen, dejan sus fotos sonrientes, como para decirme, ey juan, usted no duerme, mire mi tarde, mire como la pase con mis amigas, mi familia, mire donde estuve, yo chismoseo su vida como un paracito como una ave de rapiña, me canso, siempre me canso, tic, tic, tic, pienso en mañana, otro día, lúgubre día, cansado, con cara de dolor de cálculos renales, esa mueca siniestra que me pongo en el alba cuando no puedo dormir.
Salgo al frente de mi casa, fumo otro cigarrillo, la noche eriza mis bellos, tos, tos, tos, tic, tic, tic, un maldito perro no ha hecho si no ladrar toda la noche, tic, tic, guao, tic, tos, tos, fumo de nuevo quiero ser humo azul, elevarme por los techos, llegar al cielo, ser bruma, sobre esta ciudad que duerme y ha olvidado soñar, guao, guao, tic, tic, tic, tos, tos, no sé por qué , pero lloro, mis ojos se quiebran en llanto, solo, me repito, llega mi único amigo, me dice, que hace Juan, usted no tiene remedio, yo le hecho el humo en la cara, a él le gusta, que le pasa, no se monte en maricadas, duerma, yo lo tomo entre mis brazos, acaricio su lomo, está herido, que le pasa loco, él me dice, nada, una nena, ya sabe, yo lo caliento, tranquilo, mañana se le pasa, él me dice, sí, siempre se me pasa, a mí no me pasa nada, venga me dice, deje esa cara, no, hoy no quiero buscar la noche y sus demonios, tos, tos, tos, ese cigarrillo lo va a matar, acaso cree que no lo sé, le respondo, fumar es tomar un atajo hacia la muerte, el sueño eterno.
Ya se puso filósofo, Juan, por eso usted no duerme. Deje de pensar maricadas y venga, listo, le dije, y caminamos, lento por toda la mitad de la calle, como dos sombras sin penumbra, a la larga y ancha de la oscuridad que es nuestra existencia, suba por aquí, me dijo yo ágilmente trepe, caminamos por los tejados, me mostro un patio, mire, un anciano, veía un programa de televisión, hablaban de vacas y marranos, su mirada estaba perdida entre la televisión y los recuerdos, no tenía piyama, vestía muy elegantemente, tenía colonia, mi amigo me dijo, el espera la muerte, cuando su mujer murió él se quedó dormido, prometió que nunca más lo sorprendería la muerte, dormido, que cuando viniera por el estaría despierto, para gritarle, muerte puta, porque llego tarde.
Paso la policía, el que maneja, zigzagueaba, la noche el de atrás pegado a su celular, seguimos caminado, vimos una rata enorme, gris como esta ciudad, Pere, me dijo no haga ruido, y se lanzó sobre ella, me dio un pedazo, solo muérdala, no se la pase, sabe a mierda, las ratas son para quitar la sed de muerte, bebí su sangre, cálida y dulce, saltamos a otro tejado, otras casas, otros mundos, algunos dormían, el sueño apacible los arrullaba, amigo le dije, y esa casa, quien vive allí, era una fachada cubierta de matas, de esas enredaderas, pero enmarañadas como un trapero, hay vive una amiga, venga se la presento, subimos por un muro, las enredaderas tienden a caerse me advirtió, y allí estaba, un espejismo, un ángel, una ilusión de todas mis locuras, dormía, cálida, placentera, con un beso en sus labios, y las noches en sus cabellos, dormía a punto de caerse de la cama, pálida como la luna, que sueños, la acompañan, me dijo mi amigo, ella a veces  llora, parce, dormida se le escapan lágrimas, cuando no duerme, me regala cigarrillo, quiero acercarme le dije, usted vera, loco, pero amárrese duro, no querrá perderse, en esos ojos, en esas noches.

Me acerque sigiloso, la contemple, aun entre sombras ella iluminaba la noche oscura, su pecho parecía un bandolón, componiendo tristes canciones de calle, dulces canciones de calle, historias de amantes, separados por océanos más grandes que los existentes, loco, me quiero quedar acá, no marica, me dijo mi amigo, vámonos, tenía razón, se imagina le decía después, que usted se levantara y encontrara a alguien tendido a su lado, alguien que no ha visto nunca, sin resaca claro está, Pere, me acerque más a ella, bese sus labios, me llamo Juan le dije, espero verla en una noche sin sueños, le deje un cigarrillo en las manos, la olí, me embriague con ese aroma, como a ciudad, como a moras, como a un arroyo, como a un rayito de sol, como a luna llena, como a caballero de la noche, como a cerveza y tequila donde doña Ceci, vámonos, dijo mi amigo, y partimos, no quise hablar más, me sentía confundido, tristemente feliz, o felizmente triste, me entiende, si loco yo lo entiendo me decía, mi amigo, me dejo a la puerta de mi casa, tiene un cigarrillo le pregunte, no, y no debería fumar tanto. 

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