jueves, 10 de octubre de 2013


CÓMPRELO, JUÉGUELO Y GÁNELO.
Por: kenyi calderon
La profunda oscuridad era atravesada por la tenue luz que emergía de manera horizontal desde la pantalla del televisor hasta las paredes, iluminando mezquinamente la habitación, Alfredo embutido en un sin número de cobijas, observaba atentamente el resultado del Baloto, “….compre baloto y disfrútalo” la musiquita acompañaba de manera lóbrega, el acto que se había convertido en un ritual de todos los miércoles, lo esperaba de manera tal que no sabía cómo librarse de la angustia que le torturaba, cada vez que pensaba en las probabilidades de que números podían ser los elegidos por el azar. Esa noche apretaba de manera vehemente el papel donde había escrito los números que según sus cálculos matemáticos eran los más probables para esa noche. La bella señorita detrás de la pantalla decía de manera fugaz 10 12 21 19 40 17; El demonio de la impotencia se apoderó vertiginosamente del alma de Alfredo, observaba una y otra vez los números en aquel papel amarillento, en el que había escrito 42 17 40 15 38 2. Solo dos de seis se decía a sí mismo, solo dos de seis, repite de manera enferma, se muerde los labios y hace un tremendo esfuerzo para no gritar de ira. Arrojando el papel al piso se da vuelta y deja su cuerpo de manera fetal, observa la pared en un punto fijo con los ojos aguados de angustia. Otras sensaciones se injertan entre los nervios que cubren sus músculos, los números enteros positivos se conglomeran sobre su cabeza, dejándole un fuerte dolor que no le permite dormir.
Al día siguiente se dirige hacia su puesto de cigarrillos y dulces que durante más de quince años ha ubicado frente a la universidad nacional. Acomoda su robusto cuerpo de talla media sobre una pequeña banquita. Sus escasos y grises cabellos coronaban un rostro de un rosado rojizo. De manera familiar lo saluda un profesor de la facultad de matemáticas, quien le pregunta de manera burlesca:
-¿Le atino?
Alfredo con una sonrisa escondida contesta:
- El número de posibilidades que tiene un colombiano para escoger los 6 números es de 8'145.060.-hizo silencio por un instante y con la punta de su trajinado zapato rayó pensativamente el pavimento, luego continuo- Según esto, la probabilidad de ganárselo es de 0,00000012, es muy baja, una lotería normal tiene 4 números y dos series, el número de posibilidades es de 1 millón. Pero en el Baloto es muy lejana, por eso es muy normal que siga subiendo
A lo que replico el profesor:
- la gente tiende a escoger números de una manera uniforme. Nadie los escoge todos al principio o todos al final. Es decir, muy pocas personas elegirían todos los números menores al 15. Y hay que ver lo que pasó con el Baloto en estos días, están cayendo los números aglomerados-
-Si, usted tiene razón, anoche 4 de los números fueron menores que 15, muy pocas personas se animarían a comprar la boleta así-
El profesor se despidió de manera cortes y entregado a sus pensamientos, se retiro desapareciendo en una multitud de jóvenes. Alfredo revisa las formulas que tiene escritas en un cuaderno, tacha nerviosamente lo escrito y redacta nuevamente, “la suma de los últimos números, nos dan el numero del medio mientras que los números extremos esta de la división del numero central entre el numero primo consecutivo”.
Al miércoles siguiente estaba nuevamente Alfredo, acostado en la cama, con la luz azul, golpeando su rostro, esperando con impaciencia el sorteo, y como siempre, en su mano un papelito con seis nuevos números. Alfredo se sumerge en sí mismo, ¿si me lo gano?. Por fin dejare de ser el desagraciado, al que todos miran con compasión. Por fin dejare de ser el pobrecito, al que hay que ayudar para luego sentir un alivio por haber hecho un buen acto en el día, ¿si me lo gano? No pienso darle nada a nadie, todo será para mí solo, no tengo porque compartirlo, si llevo cuarenta años de mi vida en la miseria y nadie ha querido compartir nada conmigo, porque habría que darle algo a alguien. No, no y no, perdón Dios, perdón, que estoy pensando, no, yo no soy capaz, es obvio que compartiré mi premio con los pobres, entregare el diezmo en la iglesia, a la gloria de Dios, porque toda la gloria es para ti señor. Sintió que sus pensamientos podrían ser castigados por el látigo de la culpa que es arrojado desde el cielo por el mismo Dios, entonces se arrodillo en el piso y elevo con una fe infinita una serie de oraciones que desde niño había aprendido. Su ferviente acto se vio interrumpido por la musiquita, “….compre baloto y disfrútalo” sus ojos se abrieron como el lente de una cámara lista para disparar, sus pupilas se dilataron, dejándole una circunferencia casi perfecta, similares a los de una vaca. Nuevamente la señorita como en los últimos años comenzó a dar lectura a los números, 42, esta vez Alfredo dirigió su mirada al papel y vio que el 42 estaba ahí de primeras, un descarga eléctrica recorrió su médula espinal, 17, llevo dos de seis nuevamente, dijo para sus adentros, 40, tres de seis, Dios ayúdame, susurro y beso el boleto, 15, es verdad estoy cerca, estoy cerca, se levantó del piso y caminó sigilosamente hacia el televisor, 38, sus ojos soltaron algunas lagrimas sórdidas que se deslizaron por su quemado y rojizo rostro, 2. Gane, gane.......
Dejo instantáneamente de ser el hombre para convertirse en una criatura espantada a la que el terror retuerce como un remolino, precipitando el cuerpo contra las paredes, besando la imagen de la virgen, quiere escaparse de la civilización; dormir a los pies de esa hermosa imagen, sentir el manto afable que cubre el misterioso cuerpo de la virgen, terminar de una vez por todas su siniestra y silenciosa vida. Se imagina con avidez una frescura nocturna, quizá cargada de rocío. Él podría avanzar llorando su terrible dolor, pedir clemencia, ya que por fin tenia poder, y con poder somos capaces hasta de pedir perdón de la manera más enferma. Arrojo toda su humanidad a la cama, cubrió su cabeza con la almohada y lloro fuertemente, hasta que en el pecho tuvo la sensación de que los pulmones se le habían vaciado de sollozos.
Apareció un nuevo día, el sol extendió sus brazos fotonicos sobre la pequeña alcoba de Alfredo, quien se encontraba sentado al borde de su cama, mirando fijamente el boleto ganador, ensimismado, pensativo, y con una extraña sensación en el corazón que se debatía entre alegría y miedo, apretó los párpados, múltiples ráfagas de colores espectrales se estrellaron contra su imaginación. Sin poder explicarse el porqué, recuerda la época vivida en su pueblo de campo, la tranquilidad de las mañanas, el amanecer gélido con neblina cubriendo el paisaje, las cercas con pequeñas góticas congeladas suspendidas en el espacio-tiempo. Todos y cada uno de los recuerdos se abultaban sobre su cabeza, dejándole un eterno dolor esparcido por su cercera. Levantó su elipsoidal cuerpo, limpio sus axilas con un trapo, el cual pasa también por su rostro.
Toda la noche había meditado frente a su magnífica suerte o tal vez ingenio, recordó las palabras que el pastor de la iglesia les vivía recordando: Dios día a día coloca pruebas a sus ovejas, no caigan en tentación. Esto y el miedo terrible de vivir una nueva vida lo hizo pensar que tener tanto dinero era cosa del demonio y muy seguramente no estaba bien visto por los ojos de Dios, y lo mejor sería no reclamar el premio, probablemente era una de las tantas pruebas que Dios ha colocado en su destino. Además ya estaba conforme con haber descifrado una fórmula que le permitió atinarle a los seis números del Baloto.
Caminando hacia el puesto de trabajo, tomo el boleto en sus manos, lo miro de manera pausada, suspiro fuertemente, y lo guardo en su billetera junto a la estampa del arcángel San Miguel.


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